Antoine Court de Gebelin

 

Antoine Court De Gebelin

(1719 – 1784)

Pastor protestante, hijo de un famoso líder religioso hugonote, Antoine, fue un hombre convencido en su fe y de ir prodigando el Evangelio por las tierras como hizo Jesucristo. Evidentemente no estaba de acuerdo  con el catolicismo, y con el protestantismo, tenía eternas diferencias que consiguió plasmar en sus escritos. Pasó su vida entre conferencias, escritos, predicando y abriendo iglesias.

Se introdujo en la masonería en 1771, fue iniciado en el albergue Les Amis Réunis, trasladándose posteriormente al albergue Les Soeurs Neuf, donde Bejamím Franklin le recibió como a un hermano en su casa de campo. Compartió la idea de “independencia americana” con Benjamín y también la del “magnetismo animal” de Mesmer. Estuvo en varias sociedades entre ellas La Logia de las Nueve Hermanas, Philaletes, y La Orden de los Elegidos. Se codeó con personajes  como Etteilla, El Papus y Eliphas Levi.

Publicó en un ensayo de El Comité de Mellet una conexión mística entre los arcanos del Tarot y el alfabeto hebreo. Dos años después editó otro ensayo completo de cartomancia. Transmitió técnica y practica para leer el Tarot. En total publicó nueve volúmenes donde se ofrece una amplia información sobre los misterios, colores y símbolos del Tarot.

Sentía una atracción inmensa por la palabra en todas las formas de lenguaje y cuando se encontró ante una inscripción egipcia no pudo evitar el hechizo que esto le produjo. Creyó que aquellos jeroglíficos sintetizaban todos los misterios del ser humano, la sabiduría del universo. Antoine creía en la idea de una raza original en la tierra llena de conocimiento y sabiduría, y su proyecto era establecerla. Amante de la hermenéutica y los símbolos la primera vez que vio una baraja del Tarot, tuvo la sensación de estar delante de los secretos egipcios de Thot y promulgó esta idea adjudicándola a los sacerdotes egipcios, sin ninguna base histórica. Relativo a los Arcanos Mayores nos dice:

“Si oyésemos decir que en nuestros días, aún existe una obra de los antiguos egipcios, uno de los libros escapados de las llamas que devoraron sus soberbias bibliotecas y que contiene la más pura doctrina sobre temas de gran interés, todos se apresurarían para conocer un libro tan precioso, tan extraordinario. Si añadiéramos que este libro se halla muy difundido en gran parte de Europa y que desde hace siglos está al alcance de todo el mundo, la sorpresa iría en aumento. Y ¿no llegaría a su colmo si asegurásemos que jamás se ha sospechado que fuese egipcio, que se lo posee como si no se lo poseyese, que nadie ha intentado descifrar una página, que el fruto de una sabiduría exquisita se contempla como un montón de figuras extravagantes que nada significan? ¿No se creería que son ganas de holgarse, de burlarse de la credulidad de sus oyentes?

No obstante, todo eso es cierto. Este libro egipcio, único resto de una soberbia biblioteca existe; además es tan corriente que ningún sabio se ha molestado en ocuparse del mismo; nadie, antes que nosotros, ha sospechado tan noble origen. Este libro es El Juego del Tarot.”

Antoine asegura que la palabra Taro es la palabra egipcia que define “el camino real de la vida”, una norma que debían atraer a su vida, pensamiento y obra.

Diseñó su propio Tarot cambiando únicamente  el sentido del Ahorcado que lo puso de pié.

Claro, en la época que Antoine vivió no se había descubierto la Piedra Roseta, que descifraría lo que el libro egipcio contenía en 1822 y que tiraría por tierra sus idealizadas teorías. Después de todo, si no fuese por él, no hubiésemos, quizá, conocido el significado del Tarot, estudiado tan minuciosamente.

M.M.